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martes, 18 de diciembre de 2007

AMOR A LA LECTURA


DIARIO MONTAÑÉS -23.10.2007 -

ALBERTO GATÓN LASHERAS

AMOR A LA LECTURA

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Es tierno y mimoso igual que un niño; pero fuerte y seco por dentro como de piedra. Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo»: es el inicio de 'Platero y yo', de Juan Ramón Jiménez. 'Platero y Yo' es una novela lírica que forja un recuerdo sereno en la memoria, asocia las estrellas y los atardeceres, retrata la miseria y la grandeza del ser humano de la sociedad española de principios del siglo XX por los parajes andaluces de Moguer y pinta los colores del alma y la tierra con el pincel de las cosas sencillas de cada día. Con la prosa poética de lo pequeño y lo cotidiano hecho eterna literatura, leer las andanzas del borriquillo Platero y recitarlas al niño que comienza a aprender el significado de los dibujos del sonido supera el acto intelectual, y funde y guía su espíritu con el amor y belleza de lo trascendente, participación de Dios.
Avanza el otoño y los susurros del bosque, la luz transparente, las mareas vivas del verde mar, las prístinas estrellas, las montañas nevadas y el olor de leña en la chimenea favorecen que un libro como 'Platero y Yo' anide en el alma de un niño la paz y la felicidad de la literatura. Mística literaria encarnada en la naturaleza y la elegancia de la prosa lírica de Juan Ramón Jiménez que comparten los cuentos de Selma Lagerlöf, las leyendas de Bécquer y los retratos de Chejov, las escenas de Iván Bunín, los pasajes de Kipling y Tagore o las obras de otros escritores que instruyen el alma delicada en el arte y la cultura. Lecturas de adultos que son también para niños y que en la estación romántica por excelencia, el Otoño, como el calor de las brasas en la chimenea o la gélida intensidad de las primeras nieves, marcan con huella indeleble de amor y sabiduría el campo virginal de la memoria en la imaginación de un niño. Y, al mismo tiempo, evocan la pureza y la inocencia a quien, ya adulto, repasa las páginas viejas y amarillas de los libros que le regaló su abuelo en su infancia.
Leer es uno de los atributos que diferencian a los humanos de los animales. Y el otoño, con la naturaleza adormeciéndose, las noches cada vez más largas y frías, el amparo del hogar y el inicio del colegio es una época privilegiada para guiar a los jóvenes en la belleza de la lectura. Pero, por desgracia, leer es un placer reservado a una elite, porque en España la plebe reduce la vocación universal de la cultura al goce de una minoría. En España los adultos leen poco y mal, y muchos jóvenes casi no saben escribir. La ciudadanía ha ganado calidad material a costa de sacrificar su calidad espiritual, considerada ésta inútil y, por tanto, fuera de los intereses del pan y circo del vulgo. Los lazos entre los abuelos y los nietos se rompen por la destrucción sistemática del Estado de la institución de la familia, tesoro y fuente de tradición y sabiduría. Y las modas y usos sociales, entendidos en su significado orteguiano, cuyo máximo altavoz es la telebasura, corrompe a jóvenes y niños con ordenadores, playstations y la mercadotecnia de bestsellers como Harry Potter -tan vulgar en inglés como en castellano-, vaciando de contenido estético y ético lo que debería ser en la niñez puro, pulcro y perfecto amor al arte de la literatura.
A ello se suma cómo el tan odiado como adorado 'american way of life' invade y consume las raíces costumbristas y culturales de nuestro pueblo mientras la literatura se relega al baúl del olvido cuando no de la ignorancia. Los jóvenes ibéricos no leen porque han sido envenenados por el fruto podrido de la oclocracia en que ha devenido la democracia española, adocenados por los nefandos planes de estudio del PP y del PSOE, quienes han convertido las humanidades en una rareza académica motivo de desprecio social en lugar de fuente de emulación, elogio y admiración, principios de la sabiduría. Frente a la mediocridad y la vulgaridad de la sociedad española, en honor de nuestros jóvenes, y a pesar de que quizá sea un arrebato de romanticismo en una batalla perdida, es necesario defender apasionadamente en los medios y escuelas que ninguna playstation, Simpsons, Harry Potters (might as well!) o artefacto informático, comunicacional y tecnológico evitará que nuestros niños sean de adultos muñecos rotos de vacío corazón, sin imaginación ni fantasía, incapaces de sentir el latido de felicidad que un libro como 'Platero y Yo' hace palpitar en el alma, si no conocen el amor a la literatura. Ellos y España necesitan la literatura. Leer es uno de los atributos que diferencian a los humanos de los animales. Y el otoño, con la naturaleza adormecida, las noches más largas y el amparo del hogar, es una época privilegiada para guiar a los jóvenes en la belleza de la lectura..